Contracciones de parto, pujo, dolor, jadeo, ladridos. Se le estallaron los vasos sanguíneos de la cara. Parió! Natalia Parió! gritaban de una celda a la otra.
El inviolable muro se derrumbó en ese instante. Gusto de vida que Joel, hasta antes de morir, pudo sembrar.
Parir, acto de creación por excelencia. Natalia se rió, rió con la vida nueva en medio del espanto de la Unidad 33, en donde además ya vivían setenta y cinco vidas-niños con sus madres. Así, hace seis meses nació Joel. Las compañeras del pabellón festejaron la llegada de la vida. Una vida que se oponía a la muerte del lugar, sin sospechar en su inocencia que la muerte, también a él vendría a buscarlo.
Joel tenía 6 meses de vida y estaba preso junto a su mamá (procesada) en la Unidad 33 de Los Hornos. Al igual que los 75 niños menores de 4 años que viven en esa cárcel, no conoció la plaza, el árbol, las calles, el barrio, la casa de su mamá o la de sus abuelos. Nació allí, donde lo mataron por omisión o por negligencia o simplemente por no cumplir con los deberes del Estado. Es el quinto bebé que muere en los últimos años, en ese mismo penal.
Natalia Benencio, su mamá, está procesada, es inocente hasta que la “justicia” demuestre lo contrario. Del mismo modo que los treinta y tres jóvenes, víctimas de la masacre en la Unidad Penal n° 28 de Magdalena, podría Joel estar vivo en los brazos de su madre, si a Natalia se le hubieran otorgado los mismos derechos que le fueron otorgados a Carrascosa, que por un delito muchísimo mas grave del que esta acusada Natalia, vivió su proceso en libertad sospechado de haber sido el autor de un homicidio agravado por el vínculo.
Los hechos
A las 10.30 hs. de la mañana Joel se descompensó. Natalia y las compañeras del pabellón de madres comenzaron a gritar para que les abran las rejas y llevar urgente al bebé a Sanidad. Luego de cruzar varias rejas y la cancha lograron llegar al lugar. Allí se encontraron con el mismo panorama de siempre, no había materiales ni recursos para la atención del niño, tampoco una ambulancia para trasladarlo inmediatamente a un hospital extra-muro. La pediatra penitenciaria Sánchez, intentó reavivar al niño con un estetoscopio y un bombeador manual. Finalmente Joel, fue trasladado en un auto particular al Hospital de niños de La Plata, a donde llegó muerto. Estaba medicado desde hacía varios días, sin habérsele realizado ningún estudio previo.
El Servicio Penitenciario afirmó que falleció por “muerte súbita”, pero las mujeres detenidas que lo acompañaron y el Dr. Gustavo López de la Secretaría de DDHH de la Provincia que se encontraba realizando otras gestiones en el lugar, dicen que el bebé aún respiraba cuando llegaron al área de sanidad del penal, por lo tanto, el argumento de la “muerte súbita” es falso. Con su muerte, Joel logró que otro bebé que se encontraba enfermo en la misma unidad, fuera trasladado ese mismo día al Hospital de Niños donde luego del control realizado por los médicos de dicho nosocomio quedó internado.
Reclamos hasta la muerte
El reclamo por una eficiente atención sanitaria no es algo nuevo dentro de las penitenciarias de la Provincia de Buenos Aires. Basta recordar el foco de tuberculosis en la Unidad 18 de Gorina en el 2006, y la deficitaria atención médica a los infectados; los abandonos en los tratamientos a portadores de HIV; o la absoluta carencia de atención sanitaria a los diabéticos entre otras violaciones a los derechos de las personas.
Tampoco es nuevo el reclamo de las mujeres de la Unidad 33, en la huelga de hambre realizada por la población de este penal en octubre del 2006, denunciaron entre otras cosas, las irregularidades en la atención sanitaria, carencia de pediatras y ginecólogos. O a pediatras con poder de policía que ante el relamo de las madres para que atiendan a sus hijos enfermos, las “profesionales” sancionaban a las detenidas y no realizaban la revisión médica a los niños. Abusos sistemáticos de agentes de un Estado que administra la muerte, que viola la Constitución Nacional, los Pactos Internacionales y la Convención sobre los derechos del niño a los que adscribe.
En los PIDESC -Pactos Internacionales de Derechos Económicos Sociales y Culturales-el Estado Argentino se compromete a realizar planes de acción para que las personas puedan vivir dignamente y específicamente asume un compromiso primario para con las personas que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad, tal es el caso de las personas privadas de la libertad. Todos los Estados comprometen su responsabilidad ante la niñez, menos EEUU que aprueba en algunos Estados la Pena de muerte a los niños.
Joel es el quinto niño que muere bajo la custodia del Estado en los últimos años en la Unidad Penal n° 33 de Mujeres. Ni un niño más asesinado por el Estado.
Exigimos:
1)La reforma de la ley de ejecución penal provincial 12256 –ver anexo- Prisión domiciliaria para mujeres procesadas con hijos o embarazadas.
2) La renuncia de Mario Rotundo, responsable de Políticas Penitenciarias.
3) La renuncia de Rodolfo Cassieri, Director General de Salud Penitenciaria.